“Tengo mucha confianza en mí y sé que a voy a hacer una buena marcha”, “Hoy me salgo, voy a ir como una moto”, “No sé ni para qué voy a salir, sé que no voy a poder acabar esta carrera”… La autoconfianza, como una de las variables psicológicas más relevantes, juega un papel fundamental en el rendimiento de un ciclista, y el nivel que tengamos de la misma va a incidir directamente en el mismo. Pero ¿Se puede trabajar y mejorar o siempre es la misma independientemente de lo que hagamos?
Podemos definirla como la creencia, basada fundamentalmente en la experiencia, de poseer los recursos necesarios para poder realizar una determinada tarea y superar los errores que inevitablemente tendremos, siempre dependiendo del contexto en el que nos encontremos. Supone por tanto una percepción de control de la situación por parte de la persona, de sus límites y de sus posibilidades. Es un estado interno en el que ante una situación concreta, reconocemos las dificultades a superar, los recursos que tenemos para hacerlo, y a partir de ese análisis las posibilidades de conseguirlo y las estrategias más adecuadas para llevarlo a cabo. Por supuesto, no tiene nada que ver con las “corazonadas” que a veces se tienen del tipo “Hoy es mi día”. Es algo más profundo y mucho más consistente.
El ciclista con auto-confianza óptima, conoce sus posibilidades, percibe los entrenamientos y las competiciones como situaciones poco amenazantes, controla más eficazmente el estrés pre-competitivo, se centra en realizar conductas que sean útiles antes, durante y después de la carrera o marcha, es más persistente en el esfuerzo, le afectan menos las situaciones potencialmente estresantes que puedan suceder en cualquier momento, inesperadas o no y además las puede controlar casi siempre con éxito, es capaz de mantener el equilibrio emocional, se recupera mejor de las malas actuaciones e independientemente del resultado logrado, analiza objetivamente lo sucedido y saca conclusiones que le sirvan para más adelante. Lo habitual es que se esté tan convencido de que se puede alcanzar un objetivo, que se invierte un gran esfuerzo para lograrlo, a pesar de que luego puede o no conseguirse, y aunque se cometan errores o decisiones equivocadas.
Por supuesto, alta no quiere decir exceso de auto-confianza, que a menudo también se da en deportistas, y ocurre cuando el deportista piensa que no debe prepararse ni esforzarse, y está demasiado confiado en sus posibilidades, dando lugar a sobrestimar la competición y a los rivales, con una preparación insuficiente, que hará que se relaje y no se concentre, ni en los entrenamientos ni en la propia carrera, con el consiguiente mal rendimiento.
La baja auto-confianza es un estado en el que normalmente la persona evita enfrentarse a un problema, al presuponer un probable daño para la persona y su frágil auto-concepto, con conductas como negar o rehuir situaciones amenazantes, no admitir los errores que se cometen, utilizar excusas ante un mal rendimiento, fingir lesiones o problemas mecánicos, etc. Suele suponer una duda sobre sí mismo, que hace aumentar la ansiedad, disminuye la atención y la concentración, provoca indecisiones, etc. El deportista se centra más en sus puntos débiles que en explotar los fuertes, desatendiendo a menudo correctamente la tarea que tienen que realizar. Como es lógico es más “grave” cuando el ciclista tiene grandes cualidades físicas y técnicas, pero no tiene confianza en sus posibilidades y ante la competición es incapaz de rendir acorde a sus cualidades.
A veces, puede estar causada por el exceso de “pensamiento positivo”, sobre todo cuando no tienen en qué sustentarse. El uso de este tipo de frases y pensamientos, siempre va a ayudar, pero si se hace correctamente en situaciones apropiadas y ajustadas a la realidad y no indiscriminadamente. Frases de “ayuda” como “si crees que puedes hacerlo, lo harás”, etc. muchas veces contribuyen a creer que con sólo este tipo de pensamientos todo está hecho, y ya hemos visto que no es así, ya que hay una gran cantidad de factores que intervienen, y lo más seguro es que el resultado será que el deportista confíe aún menos en él, al darse cuenta de las contradicciones entre sus verdaderas creencias y lo que le dicen los demás y sobre todo con lo que pasa posteriormente.
También a veces puede darse el caso de la llamada falsa auto-confianza, que se da en muchas ocasiones, a veces incluso sin que nos demos cuenta. Es un auto-engaño, no siempre consciente, en el que el deportista se siente bien creyéndose sus ideas de que va a tener éxito, incluidas las manifestaciones que hace al respecto (las fanfarronadas, declaraciones ante los compañeros…), etc. pero en realidad, lo que supone es que la persona se evade de un verdadero estado interno de baja auto-confianza y realmente es una máscara que se desmoronará en cuanto comience la competición.
¿De qué fuentes recibimos información sobre nuestro nivel de eficacia?
Las fuentes de información, son el feedback externo o interno que recibimos ante nuestras conductas y que nos pueden servir para mejorar o empeorar nuestra autoeficacia, como componente importante de la auto-confianza.
Básicamente son cuatro, la experiencia propia de éxitos y fracasos (teniendo en cuenta siempre la dificultad de la tarea y la atribución que se hace de los mismos), la observación de la conducta de otras personas (usada como referencia para evaluar nuestra propia competencia), el feedback verbal que recibimos de personas con credibilidad para nosotros y los estados fisiológicos que tenemos en las diferentes situaciones (nivel de activación, fatiga, dolor, fuerza…)
¿Cómo ganar auto-confianza?
- Establecer objetivos realistas, que sean alcanzables para el deportista, pero que a la vez supongan un reto. Por lo tanto es muy importante realizar una buena planificación de objetivos. Debe haber concordancia entre nuestras expectativas y los recursos y capacidades que poseemos, de modo que podamos prepararnos de un modo adecuado deportiva y psicológicamente. Como es lógico, la evaluación de nuestra actuación, debe basarse en objetivos de rendimiento, no de resultado, ya que es el único modo de hacerlo objetivamente. Hay que ser persistentes y a veces es muy aconsejable subdividir el objetivo principal en otros, que se irán logrando poco a poco, como pasos previos a poder llegar al más importante. Por ejemplo, podemos establecer objetivos a conseguir diarios, semanales, mensuales, etc. De este modo, cada paso que damos, cada pequeño objetivo, supone un refuerzo para nuestra auto-confianza, que será la óptima cuando haya que afrontar nuestro gran objetivo.
- Mantener una actitud positiva, que como hemos mencionado anteriormente, no es lo mismo que basar todo en frases de ese estilo o motivantes. Supone no venirse abajo ante las dificultades, saber adaptarse a ellas, ser flexible, pensar que se pueden resolver. Afrontar las cosas con idea de poder superarlas y de no hacerlo, relativizar y seguir persistiendo en el esfuerzo. Como es obvio, las emociones positivas siempre nos van a beneficiar, y saber autogenerarnos las mismas es muy importante. Se puede utilizar en un momento dado las famosas frases positivas que hemos mencionado en el artículo, pero como apoyo o como estímulo, nunca como ya hemos explicado más arriba.
- Técnicas de práctica en imaginación o visualización. Ya hablamos extensamente de esta estrategia en un artículo anterior. A grandes rasgos, el trabajar esta técnica puede suponernos mayor auto-confianza al mejorar nuestra percepción de control de situaciones concretas difíciles o estresantes.
- Recordar situaciones pasadas y control de pensamientos. A menudo aparecerán las dudas, la desconfianza ante nuestras posibilidades, etc. Para ello, es vital aprender a controlar esos pensamientos, ya que de no hacerlo, puede ir creándose una espiral que al final repercuta negativamente en nuestra autoconfianza. Para ello, podemos usar diferentes técnicas como la parada de pensamientos y las autoinstrucciones y también es muy interesante y útil utilizar situaciones pasadas en las que tuvimos éxito, como retos logrados, dificultades concretas superadas, etc. El uso de estas experiencias pasadas es muy importante, ya que a menudo tendemos a olvidar lo conseguido, y recurrir a ellas para hacernos recordar que ya fuimos capaces en el pasado, nos va a suponer mejorar nuestra auto-confianza y que no baje en los momentos más complicados.
- Trabajar los puntos débiles. Si esos mismos puntos, son en cierto modo los causantes de que nuestra confianza no sea la mejor, lo ideal es trabajar para mejorarlos. Ya tratamos en un artículo previo cómo hacerlo. Como es lógico, esta mejora conllevará una mayor confianza en nuestros recursos y habilidades y un mejor afrontamiento de las diferentes situaciones.
- Llevar un entrenamiento organizado. Y con ello no me refiero a haya que recurrir a un entrenador o preparador físico, ya que es independiente de si lo tenemos o no. La mayor parte de nuestra percepción de auto-confianza viene de los entrenamientos, ya que al final es a lo que dedicamos un mayor número de horas, comparado con la competición o participación en marchas.
Espero que este artículo sea de utilidad para muchos de vosotros, y como siempre, quedo abierto a vuestras sugerencias, críticas, comentarios, etc.
Que tal buen día, excelente artículo!! espero y me sirva para apoyar a mi hijo de 15 años que corre para un equipo profesional en México, ha tenido varios altibajos en cuestión de resultados, tiene a mi parecer y al de los ojos del equipo, un gran potencial físico y técnico, solo que creo que su punto a mejorar es la autoconfianza, pondré en práctica su consejos,
le reitero mi agradecimiento!!