Cuando vamos a realizar una ruta de larga distancia, no competitiva, sea el Camino de Santiago, El Camino del Cid o el Canal del Ródano o du Midi, lo habitual es planificar con suficiente antelación el recorrido, el material, la ropa a utilizar, la comida o los sitios donde pernoctar o en los que hay que parar porque hay algo interesante que ver.

Igualmente nos preparamos físicamente para afrontar con garantías suficientes ese objetivo haciendo salidas con un kilometraje semejante al que vamos a realizar, en terrenos parecidos, con la bicicleta cargada con las alforjas o el carro con peso para aprender a manejar la bicicleta en esa situación, etc. Pero ¿Nos preparamos psicológicamente de manera óptima? ¿Tenemos en cuenta la gran cantidad de vicisitudes que nos pueden suceder y cómo afrontarlas?

Una ruta bien planificada y con una condición física adecuada, se puede ir al traste si mentalmente no estamos preparados o no somos capaces de afrontar del modo correcto las situaciones en las que aparezcan problemas y dificultades. Lo normal es que quien realiza este tipo de rutas de larga distancia vaya mentalizado, o esté acostumbrado. Se le supone fortaleza mental, tiene experiencia a la hora de marcar ritmos cómodos, sabe dónde pararse y qué buscar, etc. Y aún en estos casos, nunca está de más tener herramientas (tanto la planificación como las técnicas psicológicas) que nos pueden sacar de un apuro, y que ni pesan ni molestan ni suponen ningún desembolso.

Hay que tener siempre en cuenta que una ruta de este tipo tiene una serie de peculiaridades que no tienen nada que ver con cualquier salida que hagamos habitualmente.

Puedes salir todos los días de la semana muchas horas que no se va a parecer nada a hacer eso mismo en una ruta de larga distancia, con alforjas y peso, con una bicicleta que cuesta manejar y se comporta de modo diferente al habitual, con cansancio acumulado, durmiendo mal muchas veces, etc. No es lo mismo salir y llegar a tu casa, que despertarte, quizás en medio de la nada, en un lugar desconocido, dar pedales durante un montón de horas, pasar frío o calor, soportar lluvia o aire excesivo de cara, llegar a otro sitio también probablemente desconocido y tener que buscarte la vida lo mejor posible para poder comer, asearte y dormir.

No todo el mundo está preparado para pasar “penalidades”. Muchos las disfrutan y las buscan. Otros simplemente huyen.

Es necesario tener claro que en una ruta de tantos días, es inevitable que aparezcan malos momentos, problemas y dificultades, que si las unimos al cansancio que se acumula con el paso de los días, etc. puede ser una mezcla que nos haga explotar, decir basta y desistir de nuestro objetivo, para el que quizás llevamos meses o años preparándonos.

¿Cómo planificamos?

Es esencial, como ya he comentado, aparte de planificar todo lo “habitual”, hacerlo como si fuéramos a una marcha o competición. Hay que anticipar las posibles dificultades que pueden surgirnos, tanto materiales, físicas como psicológicas, y tener un plan de actuación ante las mismas. Es simplemente adaptar la tabla de planificación a algo que va a tener muchas más variables y muchas más cosas que tener en cuenta. Pero básicamente se realiza del mismo modo que ya expliqué en otra entrada del blog.

¿Y si vamos acompañados?

Si vamos con más compañeros, hay que ser consciente de que los momentos malos del compañero nos van a afectar también directamente a nosotros, con lo que es vital tener muy claro por todas las partes antes de salir, qué y cómo se van a hace la ruta y es básico tener una buena comunicación durante todo el recorrido para evitar conflictos y que acabe cada uno por su lado.

Los objetivos generales deben ser comunes, y ha de estar muy claro lo que queremos y vamos a hacer. Intereses o gustos diferentes pueden ocasionar un problema que se enquiste y acabe haciendo un viaje agradable, una auténtica pesadilla. Pequeños detalles como diferencias a la hora de comer (un restaurante vs un bocadillo), de dormir (Camping vs aire libre vs hotel/hostal) o qué ver (este pueblo sí, este no, yo hago 1000 fotos a este puente y te aguantas, etc.).  Si no se ha establecido bien antes de salir, y nuestro compañero no es afín a nuestra manera de “ver” el mundo y viceversa, la ruta puede acabar mal, creando mal ambiente, con reproches continuos y demás. A no ser que se conozca muy bien a la/s otra/s persona/s e incluso así, lo aconsejable siempre es tratar de tenerlo todo bien planificado, para evitar que nada nos pueda sorprender.

No quiero decir con todo esto, que haya que planificar de modo muy meticuloso, casi obsesivo cada metro que vamos a recorrer y cada cosa que vamos a hacer ya que puede llegar a ser contraproducente. No deja de ser una aventura y hay que dejarse llevar muchas veces, ya que las sorpresas son parte de una ruta de este tipo, pero sí hay que hacerlo en un mínimo de aspectos básicos para una buena convivencia durante el tiempo que dure nuestro viaje.

En un aspecto más psicológico, como compañeros, debemos estar preparados para servir de apoyo en los malos momentos de los demás y viceversa. Ante un bajón por el motivo que sea (cansancio, desánimo, etc.) debemos intentar animar a nuestros compañeros a pasar ese bache, ya que en un viaje así, los componentes del mismo acaban siendo un todo y hay que relativizar malos modos o contestaciones en un momento dado ya que las situaciones pueden propiciar estas conductas y las reacciones son diferentes a las habituales, y no hay que darle mayor trascendencia que la que viene dada por el contexto. Para animar a nuestro compañero, puede servir una palabra de aliento, una frase motivadora, o cualquier otra cosa que sepamos que puede funcionar, pero muchas veces el mejor ánimo es el silencio y que perciba que estamos ahí, marcándole el ritmo o yendo a su lado, no dejándole solo en ningún momento o quizás lo que mejor le puede venir sea precisamente que se quede solo durante unos instantes. Lo que vayamos a usar y pueda o no funcionar va a venir determinado por cómo sea nuestro compañero, y sin duda, con el paso de los días, aprenderemos a manejar estas situaciones.

¿Qué estrategias psicológicas puedo usar para los malos momentos?

La mayoría de las técnicas ya las he explicado en otras entradas del blog, por lo que os remito a ellas para una explicación más amplia.

- Parada de pensamiento y auto-instrucciones.

- Auto-diálogo positivo.

- Estrategias de relajación en momentos puntuales.

- Auto-refuerzo. Es algo tan simple como premiarnos a nosotros mismos al final de un trayecto, del día o de la ruta, si hemos sido capaces de superar un mal momento. Puede ser tanto material como verbal  (más bien mental). Algo como por ejemplo, cuando estamos subiendo un puerto, sufriendo, y pasándolo mal nos decimos “Cuando acabe este puerto, me voy a tomar una coca cola bien fría en el bar que hay arriba”, “cuando acabe el día, me voy a comer una buena hamburguesa y una cerveza” o “voy a tirarme toda la tarde tumbado en la piscina del hotel sin hacer nada”, aparte del refuerzo “verbal” del tipo “estas hecho un campeón”, “he podido con este día a pesar de estar muy cansado, soy un fiera”, etc. que son más fáciles de ir haciendo cada poco y nos van a ayudar mucho.

- Y muy importante, si no viajamos solos, es desarrollar una comunicación eficaz con quien compartamos la ruta. Podemos dividirla en dos aspectos, la escucha activa y las estrategias para facilitar la comunicación:

La escucha activa.

La escucha activa significa escuchar y entender la comunicación desde el punto de vista de quien nos habla. Es la habilidad de escuchar no    sólo lo que la persona está expresando directamente, sino también los sentimientos, ideas o pensamientos que subyacen a lo que nos está diciendo.

Algunas estrategias para desarrollarla son tener una buena disposición psicológica, observar al otro intentando identificar el contenido de lo que nos dice y sus sentimientos, expresar al otro que le estamos prestando atención con comunicación verbal (ya veo, umm, claro, etc.) y no verbal (contacto visual, gestos, etc.) y sobre todo mostrar empatía, que es ponernos en el lugar del otro y tratar de entender sus motivos. No significa aceptar ni estar de acuerdo con su posición, sino simplemente que sepa que entendemos su conducta y emociones, las compartamos o no.

Debemos evitar distraernos (y que se note), interrumpir al que habla, juzgar, rechazar o no dar importancia a las emociones que nos transmite con frases del tipo “no te preocupes, eso no es nada”, contar cosas nuestras cuando el otro está hablando y no ha terminado, contra-argumentar como por ejemplo cuando nos dicen “me encuentro muy mal” y respondemos “y yo peor” y por último hay que evitar el “síndrome del experto”, cuando le damos respuestas a la persona incluso antes de terminar de hablar.

Estrategias que facilitan una comunicación eficaz.

Si vamos a hacer una crítica a otra persona, siempre hay que hablar de lo que hace mal, nunca de lo que es. No etiquetarle. Por ejemplo es correcto decirle “No me gusta que de pronto aceleres y no esperes” pero no decir “eres un desastre, no esperas nunca”.

Discutir los temas de uno en uno, no aprovechar para reprochar otros aspectos.

No acumular emociones negativas sin comunicarlas, ya que acabarán provocando un estallido que llevará a una situación muy complicada.

No hablar del pasado. El pasado sólo debe utilizarse si va a ser algo constructivo que nos puede ayudar porque ya lo hizo en otra situación anterior.

Ser específico, concreto y preciso. No somos claros si decimos “No me gusta cómo haces las cosas” o “Siempre vas a tu aire” y no vamos a lograr ningún cambio. Sin embargo sí lo seremos si exponemos las cosas con frases como “¿Qué te parece si cuando lleguemos al siguiente pueblo comemos en un restaurante? o “Quiero que vayamos los dos juntos todo este puerto”.

Evitar las generalizaciones. Los términos absolutos como “siempre” y “nunca” pocas veces son reales y pueden dañar a la persona a la que se lo decimos. Es mucho mejor comenzar con otros como “A menudo”, “A veces”, “Últimamente” y además permiten al otro sentirse mejor valorado.

Ser breve. Ser repetitivo no es agradable para quién escucha y puede huir de nosotros cada vez que queramos comenzar una conversación.

Cuidar la comunicación no verbal. Que coincida con nuestra conducta verbal, usando contacto visual y un tono emocional apropiado.

Elegir el lugar y el momento oportuno. Si vamos a hacer una crítica que no haya nadie más o si por el contrario es para elogiar que sea en grupo y por último postponer la conversación para otro momento si se produce una situación de discusión que no podemos controlar.Espero que esta entrada os sea de utilidad a todos los que teneis planeado viajer este verano o en cualquier otro momento y podais aplicarlo.

Como siempre os digo quedo a vuestra disposición para cualquier comentario, sugerencia, crítica o lo que sea.

Y antes de acabar, pediros disculpas a quienes me leeis habitualmente por haber estado tanto tiempo sin escribir nada. No siempre se puede cuando se quiere.

Un saludo.

3 comentarios para “Planificación psicológica en rutas y viajes de larga duración”

  • kike dice:

    Por cierto,he recomendado tu blog a un triatleta amigo mío.le será útil,como a mi

  • kike dice:

    Hola Samuel,soy kike de Castellón y compañero tuyo del Master.Me ha gustado mucho el artículo.Son consejos breves,claros y sobretodo utilisimos.me alegra saber de ti y espero poder verte en las jornadas de actualización.un saludo

    • Admin dice:

      Hola Kike. Muchas gracias por tus palabras. Espero poder ir este año a las jornadas. Ya me contarás qué tal te va en el triatlón.
      Un saludo!!!

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